La ortiga pequeña anual muy común en bordes de camino de
bosques del norte es una planta anual, pequeña de tallo corto pero erguido
cuadrangular y completamente recubierto de largos pelos rígidos y urticantes.
Dispone de hojas opuestas poco alargadas, ovales o acorazonadas, dotadas de
profundos dientes y cubiertos por ambos lados de pelos urticantes, unos muy
largos y duros y otros más pequeños y visibles al microscopio. Las flores muy
pequeñas, verdosas y agrupadas en inflorescencias relativamente cortas y
apretadas, masculinas y femeninas sobre
la misma planta, monoicas.
Hojas recubiertas de pelos blancos punzantes y urticantes,
visibles a simple vista, tanto por el haz como por el envés.
En una sección transversal de una hoja vemos la estructura
clásica de todas las hojas, dos capas de tejido epidérmico incoloras en el haz
y en el envés, entre las cuales encontramos el parénquima clorofílico. Sin
embargo en las hojas de ortiga observamos dos tipos de estructuras que no
aparecen en el resto de planta, unos pelos punzantes tanto en el haz como en el
envés más pequeños y diferentes que los grandes pelos que vemos a simple vista
y unas estructuras piriformes o en forma de higo entre el parénquima.
En un detalle del haz de la hoja vemos un pelo unicelular de
tipo urticante con la base ensanchada e incolora y las estructuras globulosas
entre medio del parénquima clorofílico en empalizada.
Un detalle de estas estructuras globulosas muestra una pared
rugosa y un pequeño saliente central, como si de un higo se tratase con su
correspondiente pedúnculo.
Cuando presionamos la preparación y escachamos el corte
vemos que estas estructuras son gránulos de calcio que se fracturan.
Estos peculiares gránulos minerales, poco frecuentes en las
hojas de las plantas, son las que le dan cierta consistencia o rigidez y
desconocemos su función, pero explica el valor medicinal que tienen las ortigas
como fuente de calcio.
Tanto la epidermis del haz como la del envés presentan una
morfología similar, con células incoloras, irregulares, de contornos sinuosos
como las piezas de un puzle y en ambos casos con estomas por donde se realiza
el intercambio de gases, más por el envés que por el haz.
Detalle de una porción de epidermis del envés con sus
estomas.
Precisamente del tejido epidérmico surgen los pelos
urticantes constituidos por una base globulosa de la que salen un verdadero
punzón que se clava en la carne e inyecta el contenido de la vesícula basal,
líquido urticante.
Detalle de la vesícula basal donde se acumula el líquido
urticante que luego salen por el pelo hueco que se rompe al clavarse en la piel
de los animales.
Detalle de la epidermis del envés con sus estomas y células
transparentes que dejan pasar la luz al parénquima clorofílico, de tipo lagunar
con células irregulares que dejan huecos inmediatamente después de la epidermis
y por encima y justo debajo de la epidermis del haz el parénquima en empalizada
( a la derecha de la foto) con células alargadas, más regulares y fuertemente
empaquetadas en empalizada para captar el máximo de luz.
Detalle de la epidermis del haz formada por células
transparentes, sin cloroplastos, e inmediatamente debajo las células del
parénquima en empalizada con numerosos cloroplastos adheridos a la parte
interna de la pared celular.
Transición entre el parénquima en empalizada con células
alargadas y muy empaquetadas y el parénquima lagunar con células más
irregulares y que dejan huecos.
Ordinariamente por esta zona de transición entre ambos tipos
de parénquimas discurren los vasos conductores que constituyen los nervios
constituidos por vasos leñosos con paredes reforzadas de lignina en forma de
bandas espiraladas (a la derecha) y los vasos liberianos sin refuerzos de
lignina (a la izquierda)
Detalle de un nervio con los vasos leñosos (derecha) y
liberianos (izquierda).
Un cuadrante de una sección del tallo herbáceo con un tejido
epidérmico grueso y parcialmente separado en la preparación del que salen las
grandes espinas, similares a las de las hojas, en los ángulos un tejido oscuro
que corresponde a los haces de vasos conductores que forman los refuerzos de
los ángulos del tallo y el interior parénquima de relleno con muy pocos
cloroplastos.
Detalle del tejido parenquimático de relleno, con células
poligonales con muy poca clorofila y cargadas de sustancia de reserva.
Los grandes pelos que observamos a simple vista y que
recubren toda la planta presentan una estructura muy diferente de los
unicelulares, son de tipo tricoma, con una base gruesa pluricelular que termina
en una larga punta hueca.
La base de estos pelos está formada por células
parenquimáticas con cloroplastos y por tanto que fabrican materia orgánica.
Esta base se impregna de sílice y se transforma en una punta
de lanza o aguijón hueco, de paredes gruesas y duras en cuyo interior contiene
líquido urticante que inyectan al pinchar.
Detalle de la punta del pelo urticante.