miércoles, 15 de marzo de 2017

Helleborus foetidus L.



Planta perenne de 20 a 80 cm. de altura con olor desagradable. Tallo robusto y hojas algo coriáceas compuestas por 7 a 11 segmentos lanceolados con borde dentado que confluyen en un punto como las hojas de las palmas. Flores verdosas acampanadas que forman ramilletes terminales. Constan de 5 sépalos verdosos y con una franja rojiza en el borde, 5 a 10 nectarios muy pequeños tubulosos y poco visibles como cornetillas y estambres numerosos. Fruto con varios folículos más largos que anchos con un largo pico que iguala la mitad de su longitud. Florece de enero a abril e incluso antes según los años.


Presenta unas hojas palmeadas, muy verdes y duras, cada foliolo pennado con un nervio principal central y varios finos divergentes apenas visibles.


Una sección transversal de la parte central de la hoja donde apreciamos el nervio central, las dos epidermis superior e inferior formadas por células incoloras y transparentes y el interior o relleno, el parénquima clorofílico , formado por células verdes, en la parte superior, en empalizada con células alargadas y dispuestas muy apretadas para tomar el máximo de luz y debajo el parénquima lagunar, con menos compacto y con más espacios para dejar pasar al aire que pasa por la epidermis inferior.


Detalle del nervio central y la epidermis inferior.


Parénquima en empalizada y debajo el laguna, ambos tapizados arriba por la epidermis superior completamente incolora para dejar para dejar pasar la luz.


Vista lateral de uno de los estomas de la epidermis inferior por donde la planta hace el intercambio de gases y vapor de agua.


Vista frontal del estoma formado por dos células recurvadas con cloroplastos que dejan una abertura central, según se hinchen o deshinchen la abertura se cierra o se abre.


Detalle de las células parenquimáticas cargadas con numerosos cloroplastos con clorofila donde la planta hace la fotosíntesis. Encima la epidermis superior formada por células de paredes gruesas e impermeables, protectoras, pero absolutamente transparentes para dejar pasar la luz.


Vista frontal de la epidermis superior cuyas células están perfectamente encajadas formando un auténtico puzle que impermeabiliza y protege la células del parénquima más internas.


Detalle de célula epidérmica con paredes gruesas e impermeabilizadas lo que le da esa brillantez a la hoja.


Detalle de los nervios que atraviesas la hoja formados, en ellos destacan los vasos leñosos que trasladan nutrientes y cuyas paredes están reforzadas por lignina en forma espiral.


Corte transversal del peciolo de la hoja con tres grupos de nervios formados por vasos conductores, liberianos (claros) y leñosos (oscuros).


Corte transversal del borde del peciolo donde se aprecia el relleno de parénquima clorofílico que hacia el interior y con la edad va perdiendo cloroplastos y por tanto función clorófilica, dos conjuntos de nervios o vasos conductores y la epidermis formada por células incoloras a todo alrededor.


Detalle del parénquima interno del peciolo con hojas casi totalmente desprovistas de cloroplastos.


Vasos leñosos del nervio central que trasladan nutrientes de las raíces a las hojas


Vasos liberianos del nervio central que trasladan productos elaborados de las hojas al resto de la planta.


Epidermis del peciolo y parénquima clorofílico.


La flor es el órgano donde se encuentran los órganos reproductores, los estambres compuestos de un filamento y una antera con dos tecas y el pistilo formado por un abultamiento basal, el ovario, que se prolonga en un estilo y termina en un pequeño ensanchamiento que es el estigma.


Sección de la antera del estambre, en el centro el nervio por donde llegan los nutrientes, a ambos lados las dos cavidades o tecas en cuyo interior se forma el polen.


Detalle de las células del interior de las anteras que producen el polen.


Conjunto de granos de polen.


Interior de una teca con las células madres de polen y algunos granos de polen en el interior.


Detalle de las células madres del polen.


La epidermis o cubierta de las anteras que protegen la estructura, formada por células sin cloroplastos y transparentes.


Detalle de las paredes celulares de las células de la epidermis de las anteras con numerosos pliegues que le dan más rigidez a la antera y posiblemente faciliten su movimiento por el viento para la dispersión del polen.


Granos de polen con abundantes vacuolas de sustancia de reserva en su interior y una pared gruesa que lo protege de las inclemencias del tiempo provista de diversos poros germinativos.


Sección transversal del nervio principal de la antera por donde circulan los nutrientes, en la parte superior los vasos leñosos con refuerzos de lignina en espiral y abajo los liberianos.


Sección transversal del pedúnculo del estambre, en el centro los vasos conductores leñosos, la mayor parte un tejido parenquimático con células globulosas con muy pocos cloroplastos y a todo alrededor un tejido epitelial formado por células alargadas rectangulares.


Detalle del tejido epitelial con células alargadas rectangulares, sin cloroplastos y debajo las células de relleno del pedicelo, con células globulosas con pocos cloroplastos.


Se trata de un tejido epitelial continuo con el de la antera y sus células presentan unas paredes fuertemente plisadas.


Extremo del pistilo, con un ensanchamiento en el extremo, el estigma donde se depositan los granos de polen.


Detalle del estigma completamente recubierto de granos de polen.


Detalle de la pared del estigma con los granos de polen adheridos.


La superficie del estigma presenta rugosidades donde encajan milimétricamente los granos de polen que luego germinan y emiten su interior hacia dentro del pistilo.


Las paredes del ovario disponen por su cara externa de gran cantidad de pelos secretores con los que emiten una sustancia muy aromática que atrae los insectos.


Sección transversal de la zona superior del estilo donde se aprecian en el centro los vasos conductores que trasladan los nutrientes, el relleno de tejido parenquimático clorófilico y todo envuelto en tejido epidérmico transparente del que afloran gran cantidad de pelos secretores.


Las envueltas estériles externas de la flor, los tépalos, son verdosas y provistas de numerosos pelos glandulares por su cara externa.


Una pequeña porción de tépalo donde se aprecia un fino nervio, tejido epitelial y debajo una fina capa de tejido parenquimático con cloroplastos.


Sección transversal de un tépalo donde se ve el tejido parenquimático verde con los vasos conductores de un nervio y formando como una empanada entre los tejidos epidérmicos transparentes.


Porción de epidermis, a la derecha de la foto, con células transparentes sin cloroplastos y con estomas para el intercambio gaseoso y a la izquierda las células internas del parénquima clorofílico.


El interior de los tépalos está constituido de tejido parenquimático con células muy irregulares como piezas de puzle que dejan huecos entre medio y con cloroplastos.



Detalles de células parenquimáticas con cloroplastos.


Detalle de un estoma de la epidermis entre las células epidérmicas de gruesas tabiques y con paredes fuertemente plisadas como las de la epidermis de las anteras.


De la epidermis salen numerosos pelos glandulares en forma de maza, con cabeza redondeada y llena de sustancia excretora que da el característico olor a la planta y que al expulsarlo queda como una copa.


Detalle de un pelo glandular con la cabeza parcialmente vacía.